Es difícil de
explicar… Puedo estar peor, sí, pero este dolor es intenso. Esto que siento es
amplio. Hoy la vida me lleva la contra, hoy el partido se puso serio y con poca
posibilidad de ganar. Siempre fui fuerte, siempre soporté todo lo malo. Aunque me afectase, prefería no reconocerlo.
Es más fácil negar nuestros problemas, nuestras tristezas, que
afrontarlas. Pero es peor, todo eso se
acumula tanto tiempo, que un día explotás. Explotás y hasta me atrevo a decir
que temo perder la razón.
Durante mi vida
hice locuras, de las que estoy arrepentida. Son locuras absurdas, “impulsos de
idiotez”, como diría Cosmo. Pero estos sí que son idiotas. Lo tengo merecido
por guardar esto tanto tiempo, pero después de mucho, me empiezo a dar cuenta
de que mi salvación está ahí. Siempre estuvo presente. Siempre pude salir
adelante, pero no lo supe ver.
Hoy me preocupo por
mí. Los demás siempre me decían que me preocupaba más por los demás que por mí
misma. Hoy no. Ya me cansé de ser siempre el hombro de los demás. Hoy reclamo
mi gran hombro, porque realmente lo necesito, y más que nunca. No es fácil esta
etapa, y más que cayó desprevenida. Yo no estaba preparada para esto, pero la
vida es así, te tira cualquier carta. No le importa si sea buena o mala.
Pero hoy pienso en
mi futuro, en mi bien estar. Porque este sentimiento tiene sus consecuencias.
Afecta todo de mí y todo lo que haga. No me deja vivir bien. Y no me quiero
dejar morir, no voy a hacer de zombie,
de la muerta viviente. NO QUIERO DEJARME DERROTAR. Pero cuesta, cuesta y mucho.
A todo esto que me
pasa, me encantaría decirles que si sienten que tienen algún problema,
exprésenlo como sea. Sáquense eso de adentro, que hace mucho bien. Porque si
hacen lo contrario, las consecuencias serán peores y muy dolorosas. Se te hace
una gran nube en la mente, y no te deja pensar, y cuesta más buscarle una
salida.